En 1957 muchos jóvenes estaban viendo por primera vez en televisión, los primeros vehículos espaciales tripulados por rusos y estadounidenses en órbita alrededor de la Tierra. Unos acontecimientos que causaron mucho interés y seguimiento.
Al norte de Italia en Turín, entre 1957 y 1965 dos jóvenes hermanos radioaficionados, crearon la primera estación de seguimiento, la Torre Bert. Su objetivo era captar las señales de telemetría y otros enlaces descendentes de datos, de los primeros satélites lanzados por Rusia y la NASA.
“Con una habilidad extraordinaria y unos equipos fuera de lógica lograron su objetivo”.
Los constructores de esta notable y única estación fueron los hermanos, Achille y Gian Battista Judica. Un hobby por la radio que comenzó en 1949 mientras vivían en Erba, una pequeña población de la región italiana de Lombardía.
Achille con 16 y Gian con sólo 10 años trataron de engatusar a su padre, para construir una estación de onda corta. El padre les contestó, que “no podían perder el tiempo, cuando deberían estar estudiando”. Tuvieron mejor suerte con su madre que accedió a sus súplicas. Con la aportación materna compraron excedentes de equipos de radio que el ejercito de los EEUU puso en venta. Unos precios de ganga que se pusieron al peso, 5 centavos de dollar por 0,45 kg. Los hermanos Battista gastaron unas 300 libras.
Después de la reconstrucción, limitando sus propias necesidades, pronto comenzaron a comunicarse en código con nuevos amigos de todo el mundo. La afición por las ondas comenzaba a acaparar por completo los pensamientos de los dos hermanos.
Diez años más tarde, en 1959 la familia se trasladó a Turin. En esas fechas los lanzamientos de satélites habían comenzado y como no, este acontecimiento les fascinaba. “Había un nuevo mundo ahí fuera” y “queremos ser parte de ella“.
Fue el comienzo del proyecto de la Torre Bert.
Con unos gastos millonarios realizados por los gobiernos para el seguimiento, Gran Bretaña gastó 4.500.000 dólares en Jodrell Bank, y los EEUU 15 millones en Tyngboro, los chicos de la Torre Bert con la ayuda de un contratista construyeron una antena de plato por 3.200 dólares.
Con un saldo de 30 dólares en sus cuentas de ahorro, el proyecto podía quedar inacabado, así que tuvieron que recurrir a su habilidad e imaginación para concluir su sueño. De depósitos de chatarra consiguieron algunos materiales, entre ellos unvolante de automovil y piezas de rodamientos de camión.
Con un pequeño Fiat 600 cargaron decenas de tubos de hierro y chapas de aluminio para dirigirse a un viejo bunker de la Segunda Guerra Mundial. Allí pusieron manos a la obra en un concierto de martillazos y taladros dirigidos por su audaz ingenio. Un modelo lejos de sus sueños pero en definitiva su particular control de seguimiento espacial tipo Cabo Kennedy.
Para completar el seguimiento 15 entusiastas jóvenes del espacio fueron reclutados, entre ellos María Teresa la hermana de los chicos. Una adolescente que se encargaría de una de las tareas más difíciles. En plena enseñanza del ruso, ella sería la encargada de traducir los mensajes de los vuelos tripulados por soviéticos.
Los chicos querían organizar una cobertura electrónica de toda la Tierra, la novia de Gian, Laura Furbatto fue la encargada de reclutar otros observadores del espacio, radioaficionados y amigos repartidos por todo el mundo. Desde Tahití en el Pacifico, Angola en Africa o Argentina en América del Sur.
Finalmente fueron capaces de grabar las conversaciones entre los astronautas y sus respectivas estaciones de tierra. Comunicaciones procedentes de las misiones Sputniky Explorer, misiones a la caza de la hegemonía espacial.
En la corta vida de la Torre Bert fueron interceptados algunos mensajes notables desde el espacio. Mensajes como por ejemplo el “SOS al mundo entero“, venía de un vehículo espacial en movimiento y se repitió tres veces. Tres días después Rusia admitió el fracaso de una de sus misiones, pero no mencionó nada de la tripulación. El 17 de mayo de 1961, las voces de dos hombres y una mujer fueron oídos en una conversación desesperada…”Vamos más lento,…el mundo nunca sabrá de nosotros“.
Tal vez el mensaje más conmovedor fue un hecho sin palabras a principios de febrero de 1961. Interceptaron unos registros del corazón de todos los astronautas que estaban monitoreados automáticamente, acompañados de sonidos de respiración dificultosa. Gian tomó las cintas de grabación para mostrarlas al famoso cirujano de corazón , el dr. A.M. Dogliotti. Su veredicto: “Esto son corazones de hombres moribundos.”
Los hermanos estaban firmemente convencidos de que los rusos pasaron libremente de la vida humana para lograr sus éxitos en el espacio. Todo en una época en que la Unión Soviética tuvo dos programas espaciales, uno público y el otro oculto, en la que misiones mucho más atrevidas y en ocasiones abiertamente suicidas se intentaron con el fin de implantar su hegemonía espacial sea cual sea el coste.
Claro esta que la perdida de astronautas en el espacio forma parte de una leyenda, nunca reconocida por los rusos y nunca demostrada por otras fuentes.
Los hermanos Achille y Gean Battista Judica fueron objeto de un documental en el 2007, “I pirati dello spazio“,(el pirata del espacio), también un artículo sobre las grabaciones fue publicado en la muy sensacionalista revista de ciencia Fortean Times, e incluso una dramatización de la historia fue transmitida por la BBC radio el 4 de mayo de 2009. “Listen Up” de Glen Neath.
No hay comentarios:
Publicar un comentario