viernes, 8 de junio de 2012

La verdadera Historia de los Ositos Teddy.


La historia sobre el posible orígen del osos de peluche se remota a 1902. Cuando el presidente estadounidense Theodore Roosevelt(26° Presiente de Estados Unidos de America 14 de septiembre de 1901 – 4 de marzo de1909hizo un viaje al sur del país, con la intención de mediar en un conflicto fronterizo entre los estados de Louisiana y Mississippi. Para entretener al presidente sus anfitriones organizaron una cacería; capturaron un oso viejo, herido y cansado al cual ataron a un árbol, para que el presidente le disparara y tuviera un trofeo “fácil” que llevar a casa. Roosevelt se negó a hacerlo, incidente que fue caricaturizado por el dibujante Clifford Berryman, teniendo su caricatura una difusión nacional. El dibujo del periódico inspiró a un vendedor de juguetes llamado Morris Michton a coser un muñeco: un rudimentario osito de felpa que, a falta de nada mejor, tenía botones en lugar de ojos. Michton colocó el oso y la caricatura de Berryman recortada del periódico en el escaparate de su tienda, con la única intención de llamar la atención de los transeúntes sobre su comercio. Al hacerlo, no sabía que acababa de nacer el rey de los juguetes.
El oso atrajo a una multitud de compradores, tantos, que Michton empezó a fabricar en serie esos ositos de felpa con botones por ojos y con el nombre de “Teddy’s Bear” (Teddy de Theodore, en honor al presidente Roosevelt). Al año siguiente, su avalancha de pedidos era tal que fundó la Ideal Toy Company. El auge del juguete era imparable; las sofisticadas muñecas de porcelana fueron literalmente barridas por la ternura del osito teddy, hasta el punto que durante más de una década se pensó que eran cosa del pasado. Y hoy, más de un siglo después, niños y grandes siguen abrazando a sus osos de peluche.
Aunque después encontré dos teorías más  (una de Rusia y otra de Alemania) que hablan también sobre el verdadero origen del oso de peluche. Al parecer U.S.A., Rusia y Alemania se pelean por su autoría.



Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova no fueron los primeros al espacio


Uno de los mitos más estables en la historia de la cosmonáutica es el siguiente: Gagarin no fue el primer hombre y Valentina Tereshkova la primera mujer en ser lanzados al cosmos. Según este mito, habría tenido 11 antecesores, pero todos los vuelos fracasaron y los cosmonautas murieron, por eso la URSS prefirió ocultar esta información y mantuvo en secreto todo lo referente al tema.
Esta leyenda fue construida en Occidente durante la Guerra Fría, cuando la URSS informaba muy pobremente al exterior sobre sus logros científicos en el proceso de exploración espacial (lo cual era bastante lógico en aquella atmósfera de competición entre las dos potencias mundiales). Los nombres de los cosmonautas y los ingenieros se ocultaban y tan solo se podían encontrar en la prensa los nombres de algunos pilotos e ingenieros de pruebas que testaban la maquinaria y aparatos. No es sorprendente que algunos de estos apellidos aparecieran en la lista elaborada por periodistas occidentales de cosmonautas supuestamente fallecidos.
La primera ocasión en la que se presentaron acusaciones contra la URSS por encubrimiento de datos sobre sus fracasos fue antes del vuelo de Gagarin. El 4 de febrero 1961 se realizó la primera prueba de lanzamiento de una sonda espacial a Venus. El experimento fracasó. El mismo día dos hermanos italianos Achille y Giovanni Judica-Cordiglia denunciaron que habían logrado captar una señal de radio y oír el latido de corazón y la respiración entrecortada de un cosmonauta soviético agonizando. El diario italiano Corriere della Sera publicó en 1965 un artículo dedicado a otros casos supuestamente observados por los hermanos italianos: el 28 de noviembre 1961 oyeron señales en alfabeto Morse (petición de ayuda en inglés); el 16 de mayo de 1961 captaron habla embrollada de una cosmonauta rusa; el tercer caso tuvo lugar el 15 de mayo de 1962, cuando fueron grabadas las conversaciones de 3 cosmonautas rusos (dos hombres y una mujer), muriendo en el cosmos (en aquella grabación se podía oír: "Las condiciones empeoran... ¿Por qué no respondéis? La velocidad cae... El mundo nunca va a saber de nosotros").
En total, en el periodo entre 1957 y abril de 1961 la prensa extranjera recogió 10 casos de fallecimientos de cosmonautas soviéticos y 1 caso de herida grave. Más tarde siguieron publicándose supuestos nuevos materiales sobre estos casos.
La parte soviética no comentaba estos hechos. Más tarde los investigadores soviéticos y rusos probaron la inconsistencia de cada uno de los casos mencionados en la prensa extranjera (en algunos hechos los cohetes fueron lanzados sin tripulación, en otros hechos los apellidos aparecidos en los artículos en realidad se referían al personal de prueba y no a los cosmonautas, etc).
Se debe mencionar que los mitos sobre cosmonautas sacrificados en aras de la ciencia no solo aparecieron en el extranjero. En la misma URSS circulaban historias sobre los tiempos de Stalin, cuando hubo tentativas de lanzamiento de cohetes con cosmonautas, en los que se habrían utilizado reclusos de los campos de trabajo. La base para estas especulaciones existía: en 1946 se elaboró el proyecto del cohete pilotado VR-190 para alcanzar altura suborbital y al comienzo de los años 50 se realizaron pruebas del misil de crucero AS-1 Kennel (o KS-1 Komet). Las filtraciones de información sobre estos dos proyectos podría haber provocado las especulaciones sobre crueles funcionarios soviéticos que, supuestamente, habrían mandado a los detenidos a la muerte segura en la cabina de un cohete experimental.
Este mito ricibió una interpretación original en un falso documental llamado Los primeros en la Luna (2005), de Alexéi Fedórchenko. El director crea la ilusión completa de que es una historia documental, construida a base de fragmentos de las crónicas de aquella época. No es sorprendente que la película suscitara agitadas discusiones entre público: para los especialistas de la industria espacial esta obra constituía una ofensa, a los amantes de ficción científica los entretuvo y, lo que es más importante, la película convenció a mayoría de los espectadores —los antiguos ciudadanos de la URSS— de que todo lo mencionado en la obra era cierto.



Torre Bert, siguiendo al Sputnik


En 1957 muchos jóvenes estaban viendo por primera vez en televisión, los primeros vehículos espaciales tripulados por rusos y estadounidenses en órbita alrededor de la Tierra. Unos acontecimientos que causaron mucho interés y seguimiento.
Al norte de Italia en Turín,  entre 1957 y 1965 dos jóvenes hermanos  radioaficionados, crearon la primera estación de seguimiento, la Torre Bert. Su objetivo era captar las señales de telemetría y otros enlaces descendentes de datos, de los primeros satélites lanzados por Rusia y la NASA.
“Con una habilidad extraordinaria y unos equipos fuera de lógica lograron su objetivo”.
Los constructores de esta notable y única estación fueron los hermanos, Achille y Gian Battista Judica. Un hobby por la radio que comenzó en 1949 mientras vivían en Erba, una pequeña población de la región italiana de Lombardía.
Achille con 16 y Gian con sólo 10 años trataron de engatusar a su padre, para construir una estación de onda corta. El padre les contestó, que “no podían perder el tiempo, cuando deberían estar estudiando”. Tuvieron mejor suerte con su madre que accedió a sus súplicas. Con la aportación materna compraron excedentes de equipos de radio que el ejercito de los EEUU puso en venta. Unos precios de ganga que se pusieron al peso, 5 centavos de dollar por 0,45 kg. Los hermanos Battista gastaron unas 300 libras.
Después de la reconstrucción, limitando sus propias necesidades, pronto comenzaron a comunicarse en código con nuevos amigos de todo el mundo. La afición por las ondas comenzaba a acaparar por completo los pensamientos de los dos hermanos.
 Sputnik
Diez años más tarde, en 1959 la familia se trasladó a Turin. En esas fechas los lanzamientos de satélites habían comenzado y como no, este acontecimiento les fascinaba. “Había un nuevo mundo ahí fuera” y “queremos ser parte de ella“.
Fue el comienzo del proyecto de la Torre Bert.
Con unos gastos millonarios realizados por los gobiernos para el seguimiento,  Gran Bretaña  gastó 4.500.000 dólares en Jodrell Bank, y los EEUU 15 millones en Tyngboro, los chicos de la Torre Bert con la ayuda de un contratista construyeron una antena de plato por 3.200 dólares.
Con un saldo de 30 dólares en sus cuentas de ahorro,  el proyecto podía quedar inacabado, así que tuvieron que recurrir a su habilidad e imaginación para concluir su sueño. De depósitos de chatarra consiguieron algunos materiales, entre ellos  unvolante de automovil y piezas de rodamientos de camión.
Con un pequeño Fiat 600 cargaron decenas de tubos de hierro y chapas de aluminio para dirigirse a un viejo bunker de la Segunda Guerra Mundial. Allí pusieron manos a la obra en un concierto de martillazos y taladros dirigidos por su audaz ingenio. Un modelo lejos de sus sueños pero en definitiva su particular control de seguimiento espacial tipo Cabo Kennedy.
Para completar el seguimiento 15 entusiastas jóvenes del espacio fueron reclutados, entre ellos María Teresa la hermana de los chicos. Una adolescente que se encargaría de una de las tareas más difíciles. En plena enseñanza del ruso, ella sería la encargada de traducir los mensajes de los vuelos tripulados por soviéticos.
Los chicos querían organizar una cobertura electrónica de toda la Tierra, la novia de Gian, Laura Furbatto fue la encargada de reclutar otros observadores del espacio, radioaficionados y amigos repartidos por todo el mundo. Desde Tahití en el Pacifico, Angola en Africa o Argentina en América del Sur.
Finalmente fueron capaces de grabar las conversaciones entre los astronautas y sus respectivas estaciones de tierra. Comunicaciones procedentes de las misiones Sputniky Explorer, misiones a la caza de la hegemonía espacial.
En la corta vida de la Torre Bert fueron interceptados algunos mensajes notables desde el espacio. Mensajes como por ejemplo el “SOS al mundo entero“, venía de un vehículo espacial en movimiento y se repitió tres veces. Tres días después Rusia admitió el fracaso de una de sus misiones, pero no mencionó nada de la tripulación. El 17 de mayo de 1961, las voces de dos hombres y una mujer fueron oídos en una conversación desesperada…”Vamos más lento,…el mundo nunca sabrá de nosotros“.
Tal vez el mensaje más conmovedor fue un hecho sin palabras a principios de febrero de 1961. Interceptaron unos registros del corazón de todos los astronautas que estaban monitoreados automáticamente, acompañados de sonidos de respiración dificultosa. Gian tomó las cintas de grabación para mostrarlas al famoso cirujano de corazón , el dr. A.M. Dogliotti. Su veredicto: “Esto son corazones de hombres moribundos.”
Los hermanos estaban firmemente convencidos de que los rusos pasaron libremente de la vida humana para lograr sus éxitos en el espacio. Todo en una época en que la Unión Soviética tuvo dos programas espaciales, uno público y el otro oculto, en la que misiones mucho más atrevidas y en ocasiones abiertamente suicidas se intentaron con el fin de implantar su hegemonía espacial sea cual sea el coste.
Claro esta que la perdida de astronautas en el espacio forma parte de una leyenda, nunca reconocida por los rusos y nunca demostrada por otras fuentes.
Los hermanos Achille y Gean Battista Judica fueron objeto de un documental en el 2007, “I pirati dello spazio“,(el pirata del espacio), también un artículo sobre las grabaciones fue publicado en la muy sensacionalista revista de ciencia Fortean Times, e incluso una dramatización de la historia fue transmitida por la BBC radio el 4 de mayo de 2009. “Listen Up” de Glen Neath.